Hace ya su tiempo, comentábamos en esta casa nuestras cajas de la vieja edición de Borras de D&D, que fueron editadas al poco de desaparecer la famosa edición de Dalmau, si es que existió alguna vez, todo sea dicho. Y por aquello de que nunca es tarde si la dicha es buena, pues aquí tienen la reseña de las cajas, una vez abiertas, que prometimos en su día. 
Qué puedo añadir sobre esta maravilla, la verdad es que poco. De hecho, tanto La Guarida del Goblin como El Cubil del Dragón, que les mostraremos otro día, son dos de los objetos más cotizados entre los coleccionistas roleros en España, junto a la no-caja roja de Dalmau y la caja negra de Borras, que creo ya hemos mostrado en la Marca. Como saben, estas cajas no eran otra cosa que módulos de aventuras que empleaban un refrito del sistema de Dungeons & Dragons Básico (sí, sí, el de la caja roja leridana que nadie jugó en España porque no existía), encontrando en la caja negra el reglamento que nos permitía jugar con todas las expansiones presentes. Porque aparte de estas cajas, también había módulos de aventuras sueltos, que se publicaron, algunos de ellos, también en España. Nosotros, en su día, jugamos mucho con esta línea, alternando nuestras sesiones en el recién aparecido AD&D, que crecía día día también, con nuevos suplementos, escenarios de campaña y el sursum corda. Es decir, una vez se canceló la línea de D&D de Dalmau, habiendo aparecido la caja roja original y unos pocos módulos, fabulosos todos ellos, la gente pudo seguir jugando con este sistema gracias a las cajas de Borras (bueno, más o menos era el mismo sistema, con sus cambios, pero muy similar). Aunque otros mucho siguieron jugando con la edición de Mentzer de Dalmau, haciéndose con material original, que llegaba a España en pequeñas cantidades. La llama seguiría viva, y mientras aparecían otros juegos interesantes, algunos, pocos o muchos, creo que está de más valorar esto, y nunca sabremos los datos a ciencia cierta (excepto los dotados por facultades extraordinarias, innatas y fabulosas, los semidioses de bata y chancleta), seguíamos jugando a D&D. Con esto no quiero decir que a D&D se jugara más, o que fuera mejor que otros juegos coetáneos, ni mucho menos, simplemente, como ya comentaba ayer, había gente que jugaba con este sistema, gente auténtica, de carne y hueso, entre los que se encontraban unos pocos locos de Lorca. Y es por ello, que merece la pena recordarlo, y respetarlo, porque tanto la dichosa caja roja, como estas de Borras, pertenecen a la historia del hobby en España, y aunque a algunos parezca fastidiarles, no podemos obviarlas, como tampoco a la gente que disfrutó en su día con ellas, fueran más o menos, algo irrelevante para cualquier persona con un poco de sentido común.
Pero vamos con las fotos de la caja de marras:
Magnífica ilustración de portada del mítico Jeff Easley.

Trasera de la caja.

 Y abrimos para ver el interior.

Encontramos las típicas fichas de cartón destroquelable de esta línea, y un par de dados.

Más y más personajes y monstruos destroquelables, para poblar nuestros dungeons.

Y las fichas para «vestir el dungeon».

Aquí los dados y las peanas para las fichas de criaturas y personajes.

Dos de las aventuras que podemos jugar: Problemas en las Profundidades y El Palacio del Terror.

Ambas son magníficas, sencillas, e ilustradas.

¡Ay!, los eternos y recurrentes esqueletos.

Aquí tienen los mapas de las aventuras.

Y la tercera aventura que encontramos en la caja, El Rastro de la Mano Roja.

Y más mapas de las aventuras correspondientes.

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