Este nuevo años seguiremos comprando todo lo que aparezca para Dungeons & Dragons cuarta edición, aunque estamos seguro de que no jugaremos con esta edición en un tiempo, hasta que nos saciemos de jugar a 3.5 y, dada la ingente cantidad de material que poseemos de dicha edición, tal vez esto no ocurra en esta vida, deberemos reencarnarnos un par de veces para siquiera empezar a leer estos libros y para entonces de seguro que los chicos de Wizards/Hasbro ya se han sacado de la manga la quinta y definitiva edición. En fin, ya que no hay nada definitivo, y fuera ya de bromas, con sus cosas malas, esta cuarta edición está recibiendo bastante buen material, como este Manual de los Planos, que introduce cambios en la cosmogonía habitual de la casa, cambios en los que nos vamos a entrar de lleno, limitándonos a mostrar el libro en su interior.

La portada recupera al viejo y reconocible acorazado astral, que ya viéramos en ediciones pretéritas (AD&D primera edición, con ilustración de Jeff Easley). Bueno, ahora le han cambiando el nombre al acorazado, pasando a conocerse como mastondonte astral. En fin, que podía haberse quedado como estaba, digo yo.

Comparamos el Manual de los Planos con el Manual del Jugador de cuarta edición. Tranquilos, nuestro estándar comparativo para este nuevo año seguirá siendo el veterano Manual de 3.5.

Aquí tienen la tabla de contenidos completa.

Y empezamos el capítulo uno con una pequeña introducción a los planos.

Y un mapa de los mismos donde se observan los cambios efectuados. Hemos pasado de la rueda de los planos (esa gigantesca esfera en movimiento que recogía las diversas realidades planarias de forma más ordenada) a un pastiche astral y sombrío. Les ha dado fuerte en esta edición por las «sombras». Todo es sombrío en cuarta: El Páramos Sombrío, Penumbrosa, La Pirámide de Sombras, los Umbra, etc, etc. Nada que objetar, empero. Tenía mis dudas al respecto de la inclusión de esa realidad paralela al mundo real que es el Páramo Sombrío, pero en este libro se explica más o menos bien y, bueno, he acabado por darle una oportunidad. Me estaré ablandando con el tiempo y la paternidad, digo yo.

Cómo no, aparece Sigil. Otra de esas cosas que siempre me han chirríado, vamos… que no tragaba, pero bueno, aquí está de nuevo. No soy un fan de Planescape, la verdad, y sé que esta afirmación cabreará a más de un fan irredento que pulula por ahí. No se enfanden, soy más clásico, y los planos de siempre he procurado mantenerlos alejados de mis campañas, como algo ultraterreno, alienígena, más propio de niveles épicos de chunda chunda que de mis prototípicas campañas con poca magia y mucho músculo.

Y el Páramo Sombrío, con todo un capítulo para él. En fin, a pesar de mi aprensión primeriza, esta cosa tampoco está tan mal, y puede dar buenas oportunidades de juego. Sean buenos como yo y denle una oportunidad.

La ciudad de Penumbrosa, famosa en el mundo entero.

Y las más famosa aún, clásica, City of Brass (Ciudad de Bronce), que viene en este libro remasterizada, nunca mejor dicho. En fin, me quedo con la versión de Necromancer de la misma, ¿verdad? Habiendo caviar, ¿quién quiere huevas de Lumpo?.

Hay muchas ilustraciones, todas de gran calidad y a todo color.

Llama la atención las ilustraciones de inicio de capítulo que son sencillamente magníficas. Abajo tienen dos ejemplos de esto que digo.


Lo dicho, tenía mis dudas pero este Manual de los Planos ha resultado ser más potable de lo que se me antojaba. Buena cosa, buena cosa.
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