Recapitulemos.

No todas las ideas deben ser respetadas.

Todas las personas deben ser respetadas.

De lo anterior se infiere que las ideas que no deben ser respetadas son aquellas que proponen no respetar a las personas; personalmente lo extendería a más formas de vida, pero por ahora centrémenos en lo esencial.

Toda persona tiene entonces la total libertad de expresar una idea, aunque esta no sea respetable. Todo el mundo tiene todo el derecho a equivocarse, una y mil veces, puesto que siempre puede rectificar.

Si una idea expuesta no es respetable, es más que lícito, es un deber cívico, exponer su falsedad y denunciar el daño que provoca. Atacarla, si se prefiere llamar así, analizándola lógica y razonadamente.

Hasta aquí vamos bien, ¿verdad?

Pues es a partir de este punto donde las cosas se empiezan a torcer, siempre, irremediablemente. Porque o bien quien construye el discurso en lugar de hacer ver el error de la otra persona directamente asume que ésta no es respetable, o bien esa otra persona toma el ataque como personal, como si las ideas fuesen algo indisociable a la persona, como si no cambiásemos nuestra forma de pensar mil veces a lo largo de nuestras vidas.

Pero aún hay más; los debates, no solo habiendo ideas no respetables de por medio, sino incluso cuando todas son muy respetables, se vuelven virulentos cuando entran en juego otros factores: el alcohol y las drogas nuevas tecnologías. No falla; es imposible no ya ponerse de acuerdo en internet, sino evitar caer en el ataque impune y odioso, sin importar lo bellas personas que podamos ser en realidad. Actitudes beligerantes que tomamos hacia personas que no hemos visto en la vida, que a lo mejor ni siquiera existiesen, siendo solamente avanzados programas informáticos, no nos las plantearíamos jamás con personas a las que hayamos conocido en persona.

No, internet no funciona. Es un medio, una herramienta, con un impresionante potencial comunicador de rapidez y capacidad extraordinarias, pero sólo en una dirección. Se puede buscar toda la información del mundo al instante, casi sin diferencia temporal desde que se produce. Pero para la comunicación en dos direcciones, el establecimiento de un debate, adolece de tremendas carencias; para eso no hay nada como la comunicación en persona. Es insustituible, ni siquiera el teléfono o la videocámara son capaces de recoger por completo la enorme complejidad del lenguaje, que no solo es auditivo, sino también corporal. En definitiva: es imposible ponerse de acuerdo a través de internet.

Pero ojalá ese fuera todo el problema.

La única forma de intentar suplir las carencias de la comunicación en internet es explicarlo todo minuciosamente, dejarlo todo atado y bien atado. Pero claro, ¿eso que significa? Pues los rollos tan largos que se marca el Luis Miguel. Y nuestro cerebro ya no quiere echar tanto tiempo leyendo rollos largos, o al menos no en internet, porque la naturaleza del medio nos ha acostumbrado a la lectura telegráfica, y por ende, una transmisión deficiente de las ideas. Existe abundante bibliografía que se está produciéndo en la actualidad al respecto. ¿Libros? ¡No, libros no! ¡Ah, no!, que el rol son libros.

Cuesta expresarse en internet. Cuesta mucho. O no tienes suficiente tiempo para crear un discurso realmente sólido, o tienes miedo de aburrir al personal por lo explicado en el párrafo anterior, o lo más normal, que la gente no te lea o lo haga a medias, antes de contestar. No se cuantos lleváis un blog, o en que medida habéis sufrido este fenómeno, pero os puedo asegurar que es frustrante. Yo tengo la desagradable impresión de que por mucho que me alargue para dejar mis argumentos claros, aún necesito alargarme más porque no se me está comprendiendo completamente, pero entonces descubro que la gente no me lee porque me alargo demasiado. A veces dan ganas de dejarlo todo.

No, la comunicación a través de internet no puede tomarse como representativa. Es un caos y hay que usarla con cautela. Como muestra pueden presentarse los «emoticonos», ese añadido un poco chorras que sin embargo ayuda a clarificar el lenguaje coloquial que, de otra forma, se escapa ante la incapacidad del medio, y da lugar a malentendidos.

Pero como ni siquiera nos planteamos estas cosas, utilizamos el medio con toda confianza, y los malentendidos, los debates virulentos, y la inconsciente impunidad, nos saltan a la cara como ladrones emboscados. De hecho ha dado lugar a la normalización de una figura que antes de internet era totalmente singular, tanto que ni siquiera tenía nombre propio: el troll, que ofrece una imagen muy certera del desorden comunicativo en que puede y suele degenerar este medio.

Malentendidos, razonamientos que no nos paramos a ponderar, darlo todo por sentado, y esto tengo que repetirlo, DARLO TODO POR SENTADO, lo que implica que creemos que lo que pensamos es lo correcto, entre otras cosas porque no existe la respuesta automática por la otra parte para clarificar; ni siquiera el tiempo de reacción en un chat es adecuado, y el debate se resiente, en general para sentirnos molestos con la otra persona. Del tiempo de reacción entre emails o en hilos de un foro ya ni hablo, porque ahí podemos encontrarnos con la desagradable experiencia de tener que aguantar un discurso completo del oponente en nuestra contra, sin poder replicar en ningún momento.

Teniendo en cuenta estas deficiencias en la comunicación vía internet, entendemos porqué es fácil que se unan grupos de personas que piensan de la misma forma, dado que eso no cuesta trabajo. Lo que conlleva que no contrasten sus opiniones, y las refuercen hasta el punto de convertirlas en auténticas verdades. Eso lleva a que los debates por internet bajen un escalón más para volverse aún más enconados, y acabemos con fenómenos como las «flame wars» y otros sandeces igual de desagradables. De las que francamente, como personas racionales, debemos de huir, aunque a veces sea complicado escapar a la naturaleza de la bestia, es decir, internet.

¿Donde estamos nosotros, la comunidad del rol, en todo esto? Pues eso es lo que no entiendo muy bien. Porque somos cuatro gatos. Porque prácticamente nos conocemos todos, y si no, lo haremos en algún momento. Porque al final todos consumimos lo mismo y tenemos un lenguaje común. Que suframos los problemas de la comunicación digital en una comunidad tan pequeña y con tanto en común, es un sinsentido, y más cuando deviene en hechos bochornosos y faltas al respeto.

Siempre afirmo con rotundidad que el rol es una actividad de creatividad individual, íntima, y por tal naturaleza no puede dar lugar a una industria; a la vista están los altibajos y penurias de esta. Y aun así, la apoyo porque se producen montones de productos de gran calidad que no pueden faltar en la biblioteca de todo rolero. Es más, afirmo que esa naturaleza que niega la industria es precisamente lo que hace al hobby fuerte y sólido como comunidad, y sostiene una industria donde no cabe ninguna; en una industria existe la competencia, pero en el rol no existe competencia ninguna, pues los roleros compramos juegos, muchos, sin discriminar por editores, y somos tan pocos que, al final, los editores, roleros ellos, se compran los productos unos a otros. No hay competencia, y nunca se podría dar el peligro de crearse un monopolio. Preguntádselo a Wizards of the Coast, que lo intenta una y otra vez para fracasar como Gargamel.

No, no tiene sentido que se formen bandos o similares, que se abran brechas, que simples malentendidos no se traten de aclarar razonadamente, lo que sería de una lógica aplastante y redundaría en el beneficio de todos; que se malinterprete y automáticamente demonice a alguien o a un grupo sin analizar y ponderar los hechos; y sobre todo, que no se respete a las personas, y se llegue a actitudes salvajes como los linchamientos (y contralinchamientos) masivos. No, me niego a afirmar algo así. El rol es un lugar de personas saludables, un poco zumbados, pero saludables, y que tienen demasiado en común como para crear diferencias irreconciliables. Lo que nos ronda en la cabeza a los roleros no nos hace tan ruínes; por contra nos predispone a la camaradería y el compañerismo.

Pero hay algo que me pone realmente triste. Veréis, allá por 1.990, el siampre polémico escritor de Ciencia Ficción Harlan Ellison, publicó un impactante artículo llamado «Xenogénesis», que había ido componiendo y presentando en convenciones durante los años previos. La xenogénesis, como nos explica, es la condición por la cual la prole no se asemeja al padre. El artículo relata las desagradables experiencias, a cual peor, que muchos autores han sufrido a manos de fans que se han comportado como auténticos energúmenos, llegando a extremos como el de Alan Dean Foster, a quien le tiraron encima un vaso de vómito caliente. Afirma Ellison que por cada caso que le han permitido contar hay otros tres o cuatro más que no puede revelar. Y la hiriente pregunta que se hace Ellison es, ¿cómo es posible que a pesar de los sueños de grandeza y maravilla, de los héroes «más grandes que la vida misma», creados por los padres de la Ciencia Ficción como Asimov, Bradbury, Simak, E.E. Doc Smith, Heinlein y tantos y tantos otros, surja una prole de auténticas bestias ruines y mezquinas? Por supuesto, añade, son solo unas pocas manzanas podridas, quizás uno o hasta dos de cada diez, pero están ahí, entre los demás.

No, no se comprende como en un ambiente que alenta la nobleza, la camaradería, de lugar a lo contrario. Por eso no podemos bajar la guardia, y comportarnos siempre con nobleza.

Porque el mundo del rol es lo mismo. Vale, a veces jugamos a ser Conan o Cudgel, y hasta saqueamos a nuestros compañeros muertos. Pero otras veces jugamos a ser auténticos supermanes, o resolvemos crímenes, o salvamos el mundo dando la vida. Y el rol es una actividad social que une; al final lo que se trasciende de los mundos de aventura y maravilla es la camaradería y el compañerismo. Eso no lo puede negar nadie. NADIE.

Todos los roleros compartimos un lugar común, la misma experiencia, los mismos sentimientos. Por eso la próxima vez que pienses en empeorar una situación en vez de tratar de arreglarla razonadamente, la próxima vez que prefieras insultar a tu interlocutor en lugar de criticar su idea, la próxima vez que formes parte de un lichamiento o escarnio público de otro rolero, considera que al otro lado estás también tú.

Últimamente estoy viendo demasiadas desavenencias y sinsabores. Demasiados enfrentamientos de inútil crudeza. Demasiada crispación alentada sin sentido, porque el enfrentamiento hay que pararlo, cortarlo de raíz, y hacer lo contrario es una insensatez. A mi me cansa, me hastía, me hunde en la depresión, porque veo en el hobby a un montón de gente que es totalmente feliz con esto, y me llena de alegría cuando juegan juntos o interaccionan de forma positiva porque el todo acaba siendo la suma de las partes, como en los «crossovers» de los comics de superhéroes. Pero me mata ver cuando por contra se producen enfrentamientos con actitudes nada respetuosas y hasta violentas, en lo que podría y debería ser una unión feliz y productiva. Siempre hay que buscar la suma, nunca la resta.

No, los roleros no somos así. Los roleros somos potencialidad que deviene en una actualidad grandiosa cuando nos unimos. Por eso digo basta, basta de enfrentamientos beligerantes. Parafraseando a John Sheridan, hay que trazar la línea aquí y ahora, y decir nunca más. Basta de enfrentamientos, de insultos, de desprecios, de malentendidos. Así perdemos todos. Tratemos con todas nuestras fuerzas de llegar a buen puerto, porque siempre, siempre, la unión nos hará más fuertes y dará maravillosos frutos que no podemos siquiera imaginar. Y procurad no juzgar a nadie hasta que lo conozcáis en persona, en vivo y en directo; de otra forma os equivocaréis siempre. Siempre debemos dar oportunidad o el beneficio de la duda; de todas formas, todos nos acabaremos viendo cara a cara antes o después. Que somo cuatro gatos…

En el momento de escribir esta larga entrada, no sé que decidirán en La Marca sobre las jornadas y la fiesta. Creo que la cosa seguirá para bien. Y creo que todo el mundo debería parar un momento, contar hasta diez, y recapitular. Que quien haya criticado de forma ofensiva la organización, lo haga de forma educada: si puedo afirmar algo sobre La Marca con total seguridad, es que escuchan a todo el mundo, y todo lo tienen en cuenta. Luego, claro está, hay que escuchar las razones de respuesta. Y en todo caso, tras el debate, comprender y respetar la decisión final. Si lo hacemos así, estamos condenados a entendernos. Finalmente creo que lo mejor es dejarse de zarandajas y acercarse hasta Lorca para cimentar el ambiente de compañerismo, incluso de hermandad, que conlleva la naturaleza misma del rol. La ocasión es inmejorable, y creo que puede convertirse en un hito para el rol español que, imagino, todos deseamos. Y ya veréis cuanto se gana conociendo a la gente en persona. Todos seremos más ricos, en lo realmente importante, me refiero.

Tratad de hacer siempre lo positivo, y vuestras vidas tendrán más valor.

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