Con todo este lío de nuestros planes para resucitar el canal de YouTube de la Marca que comentábamos en una anterior entrada nos hemos puesto a revisar toda nuestra colección, seleccionando aquellas aventuras que sería interesante presentar en futuras partidas emitidas desde el susodicho canal; y todo esto, a la par, nos ha ayudado a rememorar todos esos módulos que resultaron tan divertidos otrora, y que permanecen redivivos en nuestra memoria. Son muchos años coleccionando aventuras, módulos, y campañas de juego para un buen montón de reglamentos, pero fundamentalmente para nuestro amado Dungeons & Dragons, en cualquiera de sus muchas ediciones y manifestaciones, entre las que incluyo cualquier emulador, tal como Aventuras en la Marca del Este, entre muchos otros. No pocas de ellas las hemos jugado, aunque resultan en una ínfima parte si las comparamos con las que no hemos podido jugar en mesa. A lo largo de nuestra trayectoria como grupo de juego, que ya se dilata y aproxima a la treintena de años, hemos sido mucho de jugar aventuras ya diseñadas, pero también hemos disfrutado de aquellas creadas en casa, empero han sido las menos. En todo este tiempo, muchos nos han preguntado por aquellas que resultaron más satisfactorias, nuestras aventuras favoritas en definitiva. Como seres humanos, sentimos una especial predilección por confeccionar listas, es una manera de ordenar el caos inherente que domina nuestras vidas, aunque pretendamos vestir el mismo de un rutina que no es tal, pues existimos precariamente siempre al albur de los hados. Pero vamos con ello entonces. Así a bote pronto, echando la vista atrás, y siendo sinceros, las campañas que más he disfrutado son Menzoberranzan (caja que pueden ver sobre estas líneas, y que atesoramos con especial cariño en nuestra colección) y Rappan Athuk como jugador; y mi mega campaña de Bajomontaña como Dungeon Master, sin olvidarme de mi personal adaptación de la divertida aventura de Necromancer (hoy Frog God Games, que todavía no me explico la razón por la que decidieron cambiar de denominación) The Lost City of Barakus. Cada una de estas aventuras tiene su toque especial, su aquel que no sabría explicar. Creo que en ocasiones, y estoy casi seguro para el caso de Menzoberranzan, la nostalgia se erige dentro de mi inconsciente como un inexpugnable fortaleza que troca lo mundano en extraordinario, pues si bien hay muchas otras aventuras que de seguro superan a la epopeya drow, en mi recuerdo pervive con fuerza, envuelta en un halo mítico. La razón no es otra que la nostalgia que decía yo, pues jugamos aquella caja violeta en el cenit de nuestra rabiosa juventud, en una época gloriosa que no es fácil olvidar. Creo que no hay más que eso, y algo parecido pasa con Bajomontaña, pues fue mi más elaborada y dilatada campaña, y se desarrolló en una época de plenitud, donde nada más importaba que pasarlo bien con los amigos de la infancia. Barakus vino muchos años después, cuando tras una época apartados del juego retornamos al mismo con la llegada de la tan esperada tercera edición. Creo que, de manera análoga a lo ocurrido con Bajomontaña, recuerdo la susodicha de manera tan positiva porque inauguró una nueva temporada que nos ha conducido a donde estamos hoy. Y creo que como a nosotros, a muchos otros que tercera edición rescató del marasmo de vuelta a las mesas de juego.

Pero hay otras muchas aventuras imprescindibles que resuenan en mi memoria de manera vívida, módulos clásicos que he jugado con diferentes grupos y que nos gustaría rescatar para revivir en la mesa de juego una vez más, emitiendo las mismas en directo desde el canal que les comentábamos. Algo que comenzaremos a hacer en breve. Comenzaría citando algunas de las magníficas creaciones de Judges Guild, aventuras inmarcesibles, rescatadas para el juego durante la explosión de material remozado y adaptado a tercera edición, algo que en algunos casos sirvió para pulir estas creaciones, ya en sus orígenes magníficas. Cualquiera de estas aventuras es una joya indiscutible, parte de la historia de esta afición nuestra: Citadel of Fire, Dark Tower, Thieves of Fortress Badabaskor o Caverns of Thracia.

Luego tendríamos que tratar la cantidad de aventuras existentes en el extenso, casi inabarcable, catálogo de TSR, en la época de oro y de plata del D&D durante los años 80 y 90. Sólo esto daría para una entrada exclusiva, y creo que si tengo tiempo, me pondré con ella un día de estos. Pero si tengo que elegir una, me quedaría con… Ravenloft.

Hoy ya está todo dicho de esta aventura, así que nos queda poco que añadir. Huelga decir, que la misma serviría de acicate para el desarrollo de un extenso y detallado escenario de campaña, que tomaría el nombre de la misma, produciendo incontables nuevos productos, suplementos y módulos, incluyendo la continuación de la aventura original (Ravenloft II: The House on Gryphon Hill), y otras muchas, de buena y contrastada calidad en su mayoría, aunque yo me quedo con Touch of Death y House of Strahd.

Como decíamos, la producción editorial del grupo TSR fue casi alocada, pergeñando cientos de módulos y mundos de campaña, algunos de los cuales pasaron sin más pena que gloria, como Hollow World, otro de esos productos que, por razones ignotas, gozan de nuestra simpatía y cariño. Dentro de este mundo, me quedo con The Milenian Scepter. Sí, tienen razón, no es una aventura excepcional, pero a mí siempre me gustó, y aún recuerdo este módulo, mientras otros mucho se diluyen en mi ya maltrecha memoria. Y es que la memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados.

Y seguimos con otros escenarios recordados del juego, ambientaciones peculiares que disfrutaron de gran predicamento, y que aún hoy gozan de una salud extraordinaria en las mesas de juego. Y hablamos de Dark Sun ahora. Cómo olvidar aventuras como Dragon’s Crown Mountains o Dune Trader, entre otras muchas como Slave Tribes.

No podíamos obviar Greyhawk, que pasa por ser uno de los mundos de campaña con más solera. Muchas de las mejores aventuras publicadas para este mundo tuvieron su reflejo en España, de la mano de ediciones Zinco, como El Retorno de los Ocho o La Cripta de Lyzandred el Loco. Si bien la mayoría de los módulos más clásicos del juego se ha emplazado en esta escenario, maravillas que no pueden faltar en esta lista como Against the Giants, Dweller of the Forbidden City, Expedition to the Barrier Peaks, The Hidden Shrine of Tamoachan, The Forgotten Temple of Thrarizdun, White Plume Mountain, Danger at Dunwater, Vault of the Drow (la mejor aventura de todas con el permiso de The Lost City, que es mi preferida de todos los tiempos), The Temple of Elemental Evil, Tomb of Horrors, In Search of the Unknown, Shrine of the Kuo-Toa, The Lost Caverns of Tsocanth, The Ghost Tower of Inverness, la saga de los Slave Lords, entre otras que me dejo en el tintero. Cualquiera de esta lista es imprescindible, im-pres-cin-di-ble.

Hay otros mundos de campaña igualmente recordados, como Dragonlance, y sus módulos encarrilados que beben de la saga de novelas homónimas. Muchos de ellos muy buenos, pese al defecto común que mentábamos, problema inherente a su génesis narrativa.

Y por supuesto, el mundo de los mundos, Reinos Olvidados, Forgotten Realms, con toneladas de material, y aventuras a mansalva, muchas de ellas excepcionales, como las que integran la trilogía del Avatar (Shadowdale, Tantras y Waterdeep), sin olvidar aquella otra introductoria que nos llevaba a explorar la torre retorcida de Ashaba o Haunted Halls of Eveningstar, ¡y Bajomontaña!

Hay cientos de aventuras que dejo atrás, y que me podrán señalar en los comentarios. De todos modos esta lista mía no pretendía ser exhaustiva, simplemente he destacado aquellos que, hoy, meditando sobre el asunto del canal, me ha dado por revisar de cara a las futuras partidas que queremos emitir en streaming desde el mismo (no olviden suscribirse, por cierto, para no perderse estos futuros contenidos). Pero antes de acabar, no quería dejar de mentar las aventuras publicadas por Goodman Games para 3.5 edición, algunas de la cuales son verdaderas maravillas. De hecho, tenemos en nuestra colección todas las que se publicaron, y pensamos que muchas de ellas merecerían llegar a la mesa de juego y a sus pantallas para que puedan disfrutar de las mismas. Nos quedamos, sobre todo, con Crypt of the Devil Lich, una de las aventuras más mortíferas que jamás hemos jugado.

Y no se preocupen, que habrá sitio para jugar otros módulos interesantes, de juegos tan cercanos a D&D como Hackmaster o Pathfinder, entre otros.

Como les decía más arriba, seguiremos publicando más entradas como esta, hablando de otras muchas aventuras que fueron importantes en nuestra trayectoria como jugadores de rol, y no ya sólo de D&D y similares, sino de otros muchos juegos.

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