En la entrada de ayer, donde anunciábamos nuestro proyecto de traducción de Castles & Crusades, se produjeron varios comentarios interesantes, especialmente uno que trataba el tema de la escasez de aventuras para la gran cantidad de sistemas parecidos. Y no le falta razón al compañero, pues fue este el motivo por el que nosotros decidimos en su día iniciar la publicación de una línea de módulos de aventuras, Clásicos de la Marca, con el permiso de la editora Holocubierta, convencidos de que ayudarían a asentar la línea. Es más, en esto ocupados, voy a desvelar algún otro movimiento que iniciamos en su día del que no habíamos comentado nada. El caso es que, hace ya meses, contactamos con los chicos de Frog God Games y Judges Guild, con el firme propósito de licenciar algunas de sus aventuras más reconocidas para la Marca del Este, incluyéndolas en la línea de Clásicos de la Marca. Especialmente Citadel of Fire, Tegel Manor, Dark Tower y Caverns of Thracia, todas provenientes del catálogo de Judges Guild. También queríamos licenciar unas pocas aventuras de Frog God Games, antes Necromancer Games, módulos maravillosos como Vault of Larin Karr, Lost City of Barakus e incluso la edición revisada de Rappan Athuk. Y decimos que son maravillosos no por nada, pues los hemos jugado todos, y los conocemos de primera mano. Nosotros nunca hablamos de oídas. Hubiera sido genial hacernos con todas estas aventuras, inéditas en nuestro país. 
Pero entonces, ¿qué ha ocurrido? Pues sencillamente que esta gente no se digna a contestar, no sabemos por qué oscuras razones, a pesar de nuestra insistencia. Y esto es algo que me llama la atención, porque demuestra una palmaria falta de cortesía, y una cultura empresarial nefasta, donde sencillamente se ignoran propuestas comerciales por pura desidia. Por mi formación empresarial, soy incapaz de concebir algo así. No puedo llegar a entender como es posible ignorar a un posible cliente y socio comercial, no ya por demostrar la mínima cortesía para con alguien que se ha tomado el tiempo y la molestia de escribir una líneas y presentar una propuesta seria de negocio, sino también por calidad humana y educación básica. Nosotros contestamos religiosamente todos los mensajes que recibimos, con la mayor celeridad posible, y siempre, creemos, de manera cortes y atenta, y eso que en propiedad no somos una empresa editora como tal, simplemente una asociación cultural, humilde y con pocos recursos. Pero esto, según crece mi experiencia con editoras extranjeras, se me antoja mucho más habitual de lo que podría pensarse. No se pueden imaginar las cosas que he podido ver tratando con editores reconocidos, demostrando una increíble estulticia y descortesía profesional y empresarial. Desde aquel a quien ayudamos a introducir sus productos por primera vez en España y luego nos negó la sal y el pan de manera vergonzosa, hasta aquel otro que por el mero hecho de ser español te considera poco menos que un estafador delictuoso, respondiendo en el mejor de los casos con una altivez y desprecio inaudito. Lo crean o no, hay editores estadounidense que se niegan en redondo a hacer negocios con socios españoles, por presuntas malas experiencias pasadas, tomando un caso particular por el todo, calificando así a todos nuestros compatriotas por impresentables, prueba plausible de la estupidez de estos personajes y su escaso bagaje empresarial. Y luego están todos aquellos que, sencillamente, no responden a los requerimientos simplemente porque se creen tan importantes y molones que su tiempo no se puede malgastar en responder, apenas unas líneas, a unos pobres idiotas paletos. Y así nos luce el pelo… Un panorama desolador, ciertamente. Menos mal que, aunque pocos, aún quedan editores profesionales y educados, conscientes de lo importante que resulta valorar a todo el mundo por igual, especialmente cuando se trata de un posible cliente y socio comercial.
En fin, no cejaremos en nuestro empeño y seguiremos insistiendo, a ver si suena la flauta y podemos traer estas aventuras a España.
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