¿Verano? No, no me consta. Nosotros aquí seguimos, como si tal cosa. Pendientes de nuestros asuntos, que no son pocos. Dedicándoles horas a los muchos frentes que tenemos abiertos: juego de mesa, cartas, Walküre… a la par que tratando de mantenernos activos en las redes sociales y comunidades. Y a pesar de todo, siempre dejando un pequeño margen para reunirnos en persona, aunque sean unas pocas horas a la semana, para ponernos al día en lo personal y también probar la funcionalidad de todo aquello que diseñamos.
Como saben, el año lo comenzamos con las pruebas de nuestro juego de mesa, coincidiendo con las campanadas (¡uvas y orcos!), a modo de pistoletazo de salida para el testeo del juego de mesa, y así poco a poco, regla a regla, dejamos finiquitada la versión beta del juego.
Después han ocurrido muchas cosas, muchos frentes que atender, muchas horas ante al tablero cuadriculado y casero, con tokens de corcho y dados pintados a mano. Así hemos estado desde enero hasta hoy, con un ratio de encuentros de dos veces por semana. Durante siete meses completos. Probando reglas una y otra vez. Alterando las que no nos convencían, y añadiendo otras que creíamos interesantes. Puliendo y lijando. Todo para que el juego sea lo más funcional posible. Que no presentara errores o, siendo honestos, que presente los menos posibles, pues no creemos en la perfección y siempre hay margen para mejorar. Pero bueno, al menos por nuestra parte, procuramos siempre dar lo mejor.
Así que, como digo, a día de hoy ya disponemos de una versión de las reglas sólida, concordante con el aluvión de ideas que se nos ocurren a medida que jugamos. Unas reglas que son cuasi definitivas, pues presentan pocas fisuras, y admiten la lógica de la partida. Que no se contradicen, ni se alteran al incorporar nuevas ideas, pues tienen autoridad propia. Está feo que lo digamos nosotros, pero creemos que hemos dado con un sistema de juego que se amolda como un guante a lo que estábamos buscando, es decir, a una simbiosis que respetara el juego de rol, pero que lo simplificara y adaptara a la idiosincrasia de los juegos de mesa.
Y bueno, aunque hemos dado un paso importante, no cerramos por completo esta fase del desarrollo del juego. Al contrario, creo que es ahora, cuando nos enfrentamos por fin a la aventura, con héroes y monstruos danzando por el tablero, cuando nos daremos cuenta de la efectividad real del juego. Por eso no cerramos por completo las puertas a las reglas. Seguro que durante el desarrollo de las campañas encontraremos matices y flecos que nos han quedado sueltos. Creemos que serán pequeñas variaciones, cambios menores. Hay cientos de variables a tener en cuenta. No estamos hablando sólo de reglas, sino también de textos ambiguos, cientos de cartas con sus propias estadísticas, hojas de personajes, de monstruos, trampas y conjuros que alteran las reglas principales. En fin, todo un entramado de matices que resulta complejo de hilvanar.
¿Qué ocurrirá a partir de ahora que ya disponemos de unas reglas más o menos estables? Bien, pues que ahora comenzaremos a diseñar aventuras (más bien campañas), que se puedan desarrollar con las reglas ya creadas. Esto implica volver a los tableros, pero con una visión diferente. Más lúdica si se quiere. Sin tener en cuenta ya números ni casillas. Crear historias e imaginar mundos, pues eso es, en definitiva, lo que mejor sabemos hacer.
No sólo hay que probar las reglas, también los mazos de cartas, habilidades, tableros…

Parte de nuestro tablero casero, con mazos de cartas dispuestos para su uso y tokens.

Durante una refriega con ratas de papel, Las miniaturas no son las nuestras, están tomadas prestadas de otros juegos.

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