Aunque los hombres se jacten de sus extraordinarias obras, hazañas fabulosas y epopeyas legendarias, en no pocas ocasiones sobrevienen no por un singular e ignoto designio, sino por el puro efecto del azar. Y en verdad no hay nada con una pureza más inmaculada que el azaroso devenir. La fatalidad, el azar, lo imprevisible y lo determinado, todo se conjuga para entretejer nuestras aventuras. ¿Cómo entonces podríamos prescindir de esta realidad? En modo alguno, de ahí la necesidad de incluir dicha constante universal en nuestro juego preferido. Y la herramienta para ello, perfecta e imperfecta a su modo, es el dado, el omnipresente y omnipotente dado. Qué sería de nosotros sin su fortuna o infortuna, quedaríamos huérfanos, perdidos, desolados y desamparados, como esos locos que juegan a rol con extraños sistemas que abominan del azar. O no seremos nosotros los vesánicos, por empeñarnos en fiar nuestra historia al azar inesperado de nuestros dados, cuando todo un mundo narrativista hipster se abre ante nosotros, conjurados en tildar de herética la idolatría al icosaedro. La duda nos corroe, no nos deja pensar con claridad y nos hunde en un mar de incertidumbre, del que sólo podremos escapar lanzando una moneda al aire, y empeñado nuestro destino al loco y maravilloso azar. 
Entretanto, mientras nos decidimos, contemplamos extasiados nuestra creciente colección de dados de Pathfinder, aún conservados en sus blisters protectores. Como saben, todos estos dados son fabricados por la empresa polaca Q-Workshop, que anda desarrollando de un tiempo a esta parte algunos de los mejores diseños vistos en estos años. Cada nuevo adventure path escrito para el juego de rol de Pathfinder viene con su propio juego de dados especiales, con elementos distintivos, relacionados con la temática de las aventuras. Abajo tienen un buen montón de ejemplos de algunos de los juegos de dados aparecidos, creo recordar que los tenemos casi todos, incluyendo el primero, el de Rise of the Runelords, que incluso llegamos a emplear habitualmente en la mesa de juego (cosa rara, porque es uno de los peores diseños de la línea). Seguiremos comprando los que vayan saliendo, pues ya saben que somos coleccionistas compulsivos de estos maravillosos artefactos de poder. No podríamos vivir sin ellos.

Los últimos juegos de dados en la línea han abandonado el cutre blister por un estuche de cartón con bandeja de plástico mucho más llamativo y bonito. Buen movimiento.

En fin, jueguen, disfruten, compren muchos dados, y hagan por adorarlos cual rito pagano y encontrarán una extraña satisfacción. Hay algo intrínsecamente malvado en ellos, ¿verdad? Y formidable a la par.
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