La noticia de ayer, que circuló por la Red a gran velocidad, propagándose por doquier, no fue otra que la reedición, limitada, de la edición básica del AD&D, de la mano de Wizards. La verdad es que fue algo inesperado, debo admitir, pero genial realmente, pues me parece una idea fabulosa. Es un movimiento, como digo, que me ha pillado por sorpresa y que genera no pocos interrogantes… ¿por qué ahora? Sí, cierto es que, la letra pequeña, establece que parte de los ingresos irá destinado a una fundación para honrar el genio de Gygax, en recuerdo y respeto del gran patriarca de los juegos de rol, junto a Dave Arneson, no lo olvidemos -curioso que no se nombre al pobre Dave en la noticia relativa a esta iniciativa-. Pero creo sinceramente que la causa principal que ha propinado este giro sorpresivo es más… mundana, y forma parte de la estrategia global de la compañía dentro del desarrollo de la quinta edición de D&D. Esta iniciativa ha logrado captar la atención de no pocos grognards de la vieja guardia, como se torna evidente para cualquiera que siga algunos de los blogs punteros de la OSR en los USA. Se me antoja como una especie de dación en pago por los servicios prestados, un anuncio virtual de que el tarro de las esencias del juego de los juegos continua encerrado, bajo siete llaves, en la caja acorazada de los magos de la costa, y que ellos tienen el poder para aprovechar este fondo comercial a voluntad. Es un movimiento, astuto, algo ladino, para centrar la atención de un porción nada desdeñable de los aficionados al juego que, por una u otra razón, se habían alejado de la compañía madre. Si sumamos esta reedición al anuncio del año, la nueva edición en ciernes del juego, todo va encajando, como partes alícuotas de un todo, de un plan bien meditado: primero se anuncia a bombo y platillo la inminente epifanía de una nueva edición. Seguidamente resuenan los pífanos y tímbales de los voceros regalados con betas del núcleo primigenio del reglamento que pontifican alborozados sobre lo retro que es el nuevo juego… o será. Una semana después, Wizards se descuelga con una reedición del AD&D básico. Tienen sentido, el mismo sentido que editar en formato caja roja tipo Mentzer la versión introductoria de la línea Essentials. Ya en esa fecha temprana, seguramente se miraba atrás para cambiarlo todo sin cambiar nada, lampedusiana metáfora, como si todo hubiera sido pergeñado en una salón barroco de Donnafugata (no era la chica la que escapaba, sino la edición remozada Essentials, ya sentenciada). Y no, no critico este movimiento, es más, estoy encantado con esta reedición del AD&D, encantado y agradecido, pues todo el mundo podrá acceder a ella y cortará algo de la estúpida especulación en torno a ejemplares de la época. Sí, digo que todo el mundo podrá acceder a ella, pues estoy seguro de que la tirada no será tan limitada. Los chicos de Donnafugata son conscientes de que venderán como churros esta reedición, y no escatimarán… además, si de lo que se trata es de ayudar a esta fundación gygaxiana -genial pantalla alturista para perfumar todo el asunto, por si las moscas- pues mejor que mejor. En fin, resumiendo: esta cosa de la reedición está imbricada, como las escamas de un pez, con la nueva edición de quinta, como parte de una estrategia cuyo objetivo no es otro que el retorno de la vieja guardia al redil. Y recalco: esto no es malum in se, es perfectamente lícito.

Y bien: qué haría yo si estuviera en el lugar de los chicos de Wizards. Yo diseñaría una quinta edición a caballo de AD&D 2ª edición y D&D 3.5. Una edición totalmente compatible con AD&D, no tan diferente como D&D 3.5. Habría cambios menores, una CA positiva, un buen sistema de habilidades, un sistema de combate y magia ágil, etc. Volvería a las razas y clases prototípicas, clásicas y poco más. Además, le daría un toque de presentación visual muy diferente, más sencilla y clásica, definida, realista… menos amerimanga… es decir: más a lo Elmore/Parkinson y menos a lo Reynolds/Lockwood. La clave es la compatibilidad, esto es, convertir a esta quinta edición en una evolución natural de AD&D sin romper con este. Por tanto, todo el contenido y fondo editorial, ¡extensísimo!, sería perfectamente útil, con pocos cambios. Y, llegados a este punto, ya que reeditamos los de AD&D, empezar a reeditar más cosas del pasado, los mejores módulos y suplementos, con el arte original y el formato clásico… tal vez con cambios puntuales, como portadas, etc. Y seguiríamos con los escenarios de campaña, para volver sobre Hollow World, Greyhawk y Mystara, sin menoscabo de los otros claro… Dragonlance mediante, y Blackmoor, qué demonios. En fin, esto es lo que yo haría. Ya sé que muchos de vosotros no estaréis de acuerdo, pero bueno, es mi visión muy personal de todo esto.

Y a vosotros, ¿qué se os ocurriría hacer?

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