Francisco José Campos, a estas alturas de la película, fundamentalmente para los aficionados más veteranos, es una persona de sobra conocida en el mundillo patrio de los juegos de rol. Aunque su labor más recordada, sin lugar a dudas, no es otra que su magnífica labor como editor jefe de la revista Dragón, en su versión española -editada por Zinco a mediados de los 90-, durante una época crucial para el desarrollo e implantación definitiva de los juegos de rol en España…. una época convulsa, me gustaría añadir, plagada de acontecimientos positivos y negativos para el hobby, que todo el mundo recordará en mayor o menor medida. Es de justicia mentar que Francisco Campos también colaboró activamente con otras editoras, especialmente Joc International. Es por todo ello, que su testimonio sobre esta época interesantísima, crucial, como he dicho, cobra especial interés, ahora que podemos volver la vista atrás, y ver todo el panorama en perspectiva.

Bueno Francisco José, han pasado muchos años desde aquellos días en Zinco, muchos de nosotros echamos los dientes en esto de rol leyendo tu magnífica columna final en la Dragón, La Última Tirada, que aparte de servir de corolario al número de marras, ofrecía un actualizado análisis de los últimos acontecimientos surgidos en el mundillo, así como reflexiones, muchas de ellas de enorme interés… trasluciendo un fino sentido común que resultaba esclarecedor las más de las veces. Visto con la perspectiva que dan los años, ¿cómo valorarías tu paso por la Dragón, tanto a nivel profesional como personal?

Hice muchísimas cosas durante el largo tiempo que estuve en Ediciones Zinco, a las órdenes de Luis Vigil. La editorial llegó a convertirse en mi segundo hogar, dado las muchas horas que pasaba allí. Proyectos hubo muchos en la casa, del mas variado pelaje, pero quizá fuese Dragón en el que mas me impliqué personalmente, debido a mi condición de jugador de rol, y porque se me dio una oportunidad única de devolver a ese ente que denominábamos «la afición» algo de lo mucho que me dio a mi. Apenas una veintena de números, casi nada comparado con otras cabeceras nuestras mucho mas longevas… Pero el grado de implicación, la ilusión que puse en cada uno de los números, y los quebraderos de cabeza que me daba cada ejemplar eran superlativos, si lo comparaba con el resto de proyectos en los que estaba presente. Después de un tiempo de formación como periodista especializado, trabajando con temas que nada tenían que ver con el rol, volver «por la puerta grande» al hobby de mis amores y desvelos fue un verdadero orgullo. No me canso de decir que recuerdo aquella época con mucho cariño, y que para mi fue crucial en mi posterior carrera profesional.

En un momento, muchos de nosotros nos preguntábamos, ¿cómo pasa un aficionado hardcore como tú a convertirse en redactor jefe de la Dragón?. También nos gustaría saber, cómo fueron tus inicios con los juegos de rol, cómo y cuándo los descubriste…

He explicado muchas veces, y también en Dragón, como fueron mis inicios en el rol: con la caja roja de D&D, como casi todo el mundo. Convencí a unos amigos para jugar, y les fascinó el pasatiempo. Y todos juntos continuamos ese camino. Descubrí «Call Of Cthulhu», que es mi juego favorito por encima de todo, y con él eché los dientes: la hermana de alguien nos lo trajo de Inglaterra, y ahí es donde comenzó mi camino sin retorno. Aún guardo ese libro, y todos los complementos para CoC, tanto comerciales como creados por mi para la ocasión.

Lo de Dragón fue un poco mas peliagudo. Llevaba unos seis años trabajando en revistas profesionales, a las que llegué desde los fanzines y, como ya he dicho, nada tenían que ver con el rol: cine de terror y Sci-Fi, cómics, publicaciones para adultos… Cuando Zinco vio la oportunidad de entrar en el mundo del rol, se dieron cuenta de que tenían a alguien que era rolero con experiencia, y que se había formado como periodista en la casa. Tenía pues todos los números para convertirme en «consultor» de la nueva línea editorial, igual que mis queridos compañeros Sergi Gras y Miguel G. Saavedra hacían con los cómics de DC. Como curiosidad te diré que, después de escribir varios informes que solicitaron mis jefes, lo primero que hice fue ponerme en contacto con Mayfair Games, autores del juego de rol de «DC Heroes», con vistas a comprar su reglamento, puesto que Zinco era el licenciatario de DC Comics en España. Si no fructificó fue porque los royalties que había que pagar a DC eran muy altos, y Mayfair no podía ayudarnos en ello.

Está claro que la licencia estrella de Zinco fue AD&D, ¿qué nivel de responsabilidad ostentabas dentro del equipo de desarrollo de la versión española del juego y como fue el alumbramiento de la criatura? De sobra son conocidas determinadas anécdotas surgidas con ciertas traducciones, digamos, curiosas… imagino que sabrás por donde voy. ¿Cómo se vivió desde dentro de la editora estos… digamos, inconvenientes?

Mi papel en Zinco con respecto a la línea de juegos de rol era la de consultor, como ya he dicho, y “enlace” con los clubs, la afición y otros estamentos del JdR. El trabajo que acometíamos cada día en la editorial era ingente, con mas de 40 cabeceras, muchas de ellas mensuales, lo que no dejaba demasiado tiempo para recrearse en nada. DC Comics fue nuestro mejor avalista ante TSR Inc. para conseguir la licencia, además de que ya teníamos mucha experiencia trabajando con editores norteamericanos. Las exigencias de TSR con respecto al AD&D eran del todo leoninas y difíciles de cumplir, así que reflexionamos mucho como habíamos de acometer el AD&D 2a. Edición. Valoramos muchas propuestas y candidatos, y al final la gerencia se decantó por la elección de Domingo Santos, autor y traductor de reconocido prestigio, como la mejor para el proyecto. Gran amigo y trabajador incansable, Domingo hizo un trabajo excelente, pero tenía un handicap: no sabía nada de rol. La idea es que, terminada la traducción, que él mismo corrigió en estilo y a la que dedicó largos meses, los «expertos» (que no le llegábamos a Pedro Domingo ni a la suela de los zapatos) revisaríamos el libro. Pero la producción fue mas larga de lo que habíamos previsto, el tiempo se nos echaba encima y TSR nos apretaba con puño de hierro para que cumpliésemos con las fechas y lo firmado. Hubo que saltarse ese paso, y alguno mas por el camino… y ya sabéis el resultado. Esos «inconvenientes» me han perseguido como hurones desde el momento que el libro salió a distribución. Al principio nos molestaban mucho las críticas: los roleros tenemos tendencia a ser muy puristas en todo. Pero TSR nos apoyó en todo momento, y no dejan de ser pequeños errores de bulto en un conjunto que sigo pensando que es magnífico. De todas maneras, aprendimos mucho de esta experiencia. Por ejemplo, cuando publicamos Battletech, la traducción corrió a cargo de ese gran profesional, masivo experto en Sci-Fi y amigo que es Albert Solé, pero yo personalmente me encargué de revisar todo el texto y de trabajar codo con codo con él. No tuvimos «inconvenientes» en este caso. Ni con Shadowrun tampoco…

Me hago cargo de que las condiciones de la licencia por parte de TSR os impondría ciertas restricciones, inconvenientes o condiciones determinadas que complicarían todo mucho. ¿Podrías hablar un poco al respecto?, ¿crees que podría haberse hecho más desde TSR para mejorar y facilitar la expansión comercial de juego y vuestra explotación de la licencia, adaptándose al mercado español específicamente?


Una licencia de este tipo suele ser muy monolítica, y bastante cerrada. TSR nos marcaba la pauta en todo momento y nos creaba calendarios y «hojas de ruta» sin parar. Bien es cierto que era fácil hablar con ellos, y casi siempre llegábamos a acuerdos que hacían mas llevadero el ritmo estajanovista que nos impusieron. Solíamos trabajar con la oficina de TSR en Inglaterra, y recuerdo la gran sintonía que tenía con Andy Feather, el responsable de la empresa para Europa. Andy nos dio no pocos capotazos salvadores de cara a la gente de EE.UU., pero el producto era el producto, y en caso de cualquier duda, se invocaba el Contrato. Y no había mas discusión. Y no me tiréis mas de la lengua: pese al tiempo transcurrido, hay cosas que prefiero no contar…

También, y es de justicia decirlo, uno de los acontecimientos más memorables de aquella época, surgido gracias a la colaboración entre TSR y Zinco, fue la celebración por vez primera en la Europa continental de unas GEN CON. ¿Cómo fue el proceso que llevó a conseguir este hito tan importante?, ¿de quién surgió la idea? En mi opinión, fue, si cabe, uno de vuestros mayores logros… algo que hoy echo de menos, y me refiero a unas jornadas nacionales de importancia, con patronazgo decidido y vocación internacional. Si recuerdas alguna anécdota interesante, relativa a alguna de las figuras de relumbrón que recalaron en algunas de sus ediciones, como Elmore o Easley, sería muy interesante que pudieras compartirlas con nosotros.

La idea, como era de esperar, vino de TSR, iba en el lote y era parte del Contrato. Ellos tenían mucha experiencia organizando estas cosas en Estados Unidos, y a nosotros no nos venía tan grande, después de tantos años de estar en el Salón del Cómic y otros saraos. Nos apoyaron en todo con largueza, y el proyecto ilusionó incluso a nuestro director gerente, Albert Torres, persona mas dada a los números que a las emociones, pero que siempre me profesó un gran cariño. Para mi, las GenCon eran como un baile de gran gala en el que me tocaba el vals inaugural. Jill Lucas, la presidenta de FASA Corp, se convirtió en una gran amiga mía a raíz de las GenCon, y la relación con Lorraine Williams, la Gran Jefa de TSR, no podía ser mas cordial. A Andy Feather le chiflaba venir a España con cualquier excusa, y la GenCon le dio muchas: los dos juntos lo pasábamos de miedo. Organizar unas jornadas como estas salía por un ojo de la cara, no creo que se ganara dinero con ello. Pero como bien dices, fueron memorables.

¿Anécdotas, dices? Muchas. Recuerdo que la gente de Organización llevaba una sudadera roja con el logo de TSR bordado. A mi me regalaron, como deferencia por parte de TSR, una negra de Planescape, con la efigie Dama del Dolor. Aún la conservo y la llevo en invierno, es una prenda de excelente calidad y la tengo en gran estima. En mi despacho sigue colgada una litografía enmarcada, de la que solo se tiraron 600 ejemplares, de una ilustración de Jeff Easley titulada «The Last Spell». Jeff fue tan amable de dedicármela personalmente. Larry Elmore fue realmente encantador, comimos juntos un par de veces y disfruté mucho en su compañía. A veces pienso en aquellos tres días en las Reales Atarazanas de Barcelona, y lo recuerdo casi como un sueño. Sabiendo que estaba a punto de casarme, Andy Feather me regaló, como presente nupcial, una edición limitada de una figura en plomo de Takhisis, la Reina de la Oscuridad, esculpida por Ral Partha. La plaquita grabada de la base acredita que es el ejemplar 3408 de 5000. La figura, un dragón de cinco cabezas de tamaño mas que respetable y buen peso, luce aún impecable en el recibidor de mi casa, montada y pintada por un servidor. Todo eso, y muchos momentos mas que guardo para mi, en mi memoria y mi corazón.

Pero volvamos a tu labor en la Dragón, y más concretamente en tu columna de La Última Tirada. Sabemos a ciencia cierta que tu artículo era devorado por la afición, y muy comentado de número a número. No en balde, dabas muestra de un fino sentido común y una visión preclara del estado de la afición, en ocasiones con tintes proféticos. Sabemos también que tus comentarios generaban mucho correo, entonces ordinario… aquel de sobre y sellos que llegaba en abundancia a la redacción. ¿Cómo surge la idea de La Última Tirada?, ¿Eras consciente del mucho peso que tenían tus opiniones? Esta pregunta puede resultar capciosa, pero en ocasiones nos da la sensación de que te mordías la lengua para no saltar a la yugular de alguien que intuíamos pero no divisábamos con claridad. Después del tiempo transcurrido, ¿qué te gustaría añadir hoy que pensaste en su día pero por las circunstancias no quisiste dejar por escrito en tu columna?

La idea de «La Ultima Tirada» fue de Luis Vigil, y yo la acepté encantado. El, como Director, era el responsable de la editorial o prefacio que abría la revista. Le pareció buena cosa que su mimadísimo redactor jefe, que sabía de rol mas que él, por ser jugador, cerrase la revista con alguna monserga acerca del JdR y lo que le rodeaba, cosa a la que me apliqué con gran ardor. Nunca imaginé que esa «Ultima Tirada» se convertiría en algo tan seguido y debatido, lo digo sin falsa modestia de ningún tipo. Mi humilde intención era hacer de contrapunto a las palabras de Luis, que solían centrarse en la parte mas editorial y profesional del producto. Pero pronto me di cuenta que aquello trascendía con mucho mi ingenua visión del tema. Pensaba sobre el asunto que iba a desarrollar durante semanas, y reescribía varias veces la columna antes de entregarla. Es lógico que tuviese que morderme la lengua, el del rol es un mundo pequeño y siempre hay roces, puñaladas traperas, trampas vergonzantes y egos grandes como elefantes… En el número 2 de Dragón cargué contra el autor de un fanzine que escribió un artículo muy malo sobre AD&D, llevado del calor del momento. Me di cuenta al punto que aquella no era la línea que había de seguir, así que opté por la reflexión personal sobre temas que nos preocupaban a todos en aquellos momentos. No me corresponde decir a mi si acerté, sino a vosotros. No puedo añadir mucho mas de lo que escribí en aquellos momentos: era el instante para hablar de todas las inquietudes que flotaban en el aire, y hay que leerlo siempre en su contexto. Veinte años como periodista me han enseñado a ser menos ampuloso en mi escritura, mas comedido y menos fogoso. Pero estilo aparte, no cambiaría nada de lo que dije en aquellos lejanos años 90. Incluso hoy me sigue costando creer que la «Tirada» tuviese tal predicamento entre la afición…

Sé que tu relación con otros fanzines, prozines, editoras y demás era buena, al menos con la mayoría de ellas y especialmente con Joc. Entonces, imagino, en un mundo editorial contenido como aquel, aunque en expansión, todos os conocíais, pero aún así, en alguna de tus columnas se intuyen polémicas larvadas que nos trascendían abiertamente, y no te culpo por ello, pero… ¿en verdad la relación entre vosotros era tan cordial?, ¿te sentiste defraudado o traicionado por alguien?

Polémicas hubo siempre, al fin y al cabo éramos competencia los unos de los otros, pero parece que os cuesta creer que tuviésemos buena relación entre todos. Nos veíamos a menudo, en jornadas, salones, comidas… Era todo muy caballeresco, si lo comparaba con otros ámbitos editoriales en los que también he trabajado. Por supuesto, no todo era tirarnos pétalos de rosa, sobre todo de puertas adentro. Pero hacia afuera había una especie de pacto tácito de no agresión que nos permitió a todos trabajar con tranquilidad. La competencia se anunciaba en Dragón sin problemas ni cortapisas, y publicamos módulos para juegos que no eran los nuestros sin ningún inconveniente. A mi nunca me llamaron la atención por colaborar en otros fanzines o revistas en la editorial, pero siempre tuve claro donde estaba mi lealtad, lo que espero que comprendáis. Tuve algunos encontronazos, si, pero mas con «satélites» del mundo del rol que con otros editores o empresas. Lo de “competidores y, sin embargo, amigos” era del todo cierto.

Muchas veces se ha hablado de el proceso de saturación editorial que apareció a finales de los 90 y que devino en crisis total. ¿Cómo crees que se podría haber evitado este problema?, ¿crees que realmente tenía solución?, ¿crees que Zinco actuó correctamente o podrían haberse actuado de otra manera para evitar el cierre?

La tan traida y llevada «saturación» no me pilló de sorpresa, la había vivido en mis propias carnes en otros universos editoriales que nada tenían que ver con el rol, y de ahí viene esa «clarividencia» que la que habéis hablado ya. Si un producto funciona y se vende bien, es lógico que surja gente que intenta subirse al carro de la farsa, con estilo o al trote cochinero. Conocía de primera mano el caso de Francia, por eso siempre anduve preocupado por nuestra realidad. En defensa de Zinco puedo decir que, si cesamos en la actividad fue porque los royalties nos asfixiaban, mientras las ventas seguían bajando y la producción era carísima, haciendo la situación insostenible. Se llegó a un acuerdo amistoso con TSR y, por mas que me doliese, hubo que explorar otros caminos y temáticas.

Ya sabemos que Zinco no fue la única en caer… también colapsó Joc, una empresa de oficio con un catálogo excelente. Sabemos que tenías muy buena relación con sus responsables, ¿qué pasó con Joc realmente, dónde crees que se equivocaron, Francisco?

Quizá deberías preguntárselo a mi viejo amigo Francesc Matas. El empezó prácticamente desde cero, no como Zinco, que llevaba carrerilla y muchos contactos, y llegó a un nivel que a mi me parecía envidiable en cuanto a variedad y calidad. Guardo como un tesoro el «Civilization» en edición original que me regaló a cambio de una colaboración, hace ya muchísimos años. Puede que todos pensáramos que el rol era una especie de «gallina de los huevos de oro» que en realidad era mucho mas raquítica de lo que parecía. Las empresas en pleno, sin excepción alguna, queríamos tener catálogos lo mas extensos y abultados posible, y cuanto mas creces, mas fácil es darse el batacazo. No todos los productos de Joc Internacional me gustaban, pero muchos siguen siendo imprescindibles para mi. Siempre les sentí como una especie de «familia política», puesto que conocía a todo el mundo allí, y la gran mayoría eran amigos míos.

Hubo otros factores, evidentemente, que coadyuvaron a la debacle de finales de los 90, de una lado el infausto crimen del rol y de otro la llegada del Magic. Centrémonos en el primero, ¿cómo se vivió este infame acontecimiento en las entrañas de Zinco y en el mundillo editorial? En una de tus columnas alusivas al tema, aparte de traslucir cierta rabia, parece si como fueras consciente de que la época dorada, si es que realmente la hubo -yo soy de la opinión que sí- tocaba a su fin, ¿es cierto?

Cuando me enteré de la noticia, me quedé helado. Sentí como si alguien hubiese derribado de un zarpazo el hermoso castillo en el aire que tanto tiempo nos llevó construir. Nunca se dijo, pero aquel día, Dragón estaba en las puertas de la imprenta y nos tuvimos que mover con mucha rapidez y extremado tacto. La portada de aquel número mostraba a un impactante samurai callejero de Shadowrun, armado hasta los dientes. Luis decidió cambiarlo «in extremis» por una amable ilustración de un mago, cortesía de TSR. Variamos Editorial y Ultima Tirada a toda prisa, y nos preparamos para la tormenta que se nos venía encima. Durante varias semanas, no hice otra cosa que conceder entrevistas y participar en coloquios de radio y TV. Aquel suceso provocó una enorme alarma social, aún no se por qué, y estigmatizó de por vida a los jugadores de rol. El precipicio estaba muy cerca, como ya hemos comentado, solo nos faltaba aquel macabro empujón, y la puntilla que vino luego. Quizá entonces abrí los ojos a un mundo que no era el de fantasía en el que yo vivía en esos momentos. Tuve que justificarme por lo que hacía sin ser culpable, lo que fue especialmente doloroso para mi, y ejercer de mascarón de proa para proteger a todos aquellos a los que podía llamar “amigos” sin rubor alguno. Quedé muy marcado y exhausto con todo aquello.

Con lo de Magic observamos un curioso fenómeno en tus columnas. Primero hablas positivamente del juego, hasta afirmas que lo practicas y te gusta, casi lo ves como un componente complementario al juego de rol y no como una amenaza… y luego, algún número después, ya consciente de su afán fagocitador, renuncias públicamente: ¿Magic mató al rol?

Magic no mató al rol: lo hizo la gente que se obsesionó con el juego hasta niveles indecibles. A mi el juego me gustó mucho al principio: colecciono cartas y Tarots desde hace muchos años, y el formato me pareció muy divertido y fresco. Tuve que defender Spellfire y Dragondice por imperativo legal de TSR, como podréis comprender, pero no eran mas que un pálido reflejo de Magic. Al menos, no quedamos a la misma altura que Heraclio Fournier cuando sacó aquel infumable pastiche del MtG, lo que es un consuelo. Pero llegó un momento en el que, miraras donde miraras, solo veías cartulinas de colores. Amigos de toda la vida, que nunca habían jugado a rol, se iban a Estados Unidos a comprar cartas raras para trapichear. Participé una vez en un campeonato de Magic, y la displicencia con la que me trataron algunos jugadores bisoños me molestó muchísimo: el asunto se estaba saliendo de madre por momentos. Fue una especie de locura colectiva: nadie quería jugar un buen módulo, solo querían cartitas a todas horas. Conozco a gente que se arruinó a causa de Magic, persiguiendo no se bien que. Todo esto le dio a Wizards Of The Coast el poder y el dinero suficientes para hacer lo que hicieron: convertirse en los dueños del cotarro y comprarlo todo a golpe de talonario. Como os digo, no culpo a Garfield, al que admiro por lo que creó basándose en su formación como matemático: un juego simple en su planteamiento, pero infinito en sus posibilidades. Llegó un momento en el que me harté, y tiré la toalla. No se lo digáis a nadie, pero en la actualidad, sigo jugando a veces a Magic en el ordenador, con aquel fantástico programa que creó Microprose en su día.

La revista vivió muchos altibajos, especialmente los cambios en su periodicidad y el formato, ¿cómo os afectaban los mismos?, ¿cuál era el ambiente dentro de la redacción según el panorama se ennegrecía?

Las decisiones funestas siempre venían de arriba, despues de estudiar la distribución, las ventas y las devoluciones. Un cambio de periodicidad o una reducción en la tirada siempre son un jarro de agua fría para quienes hacen posible una revista: pierdes foco, ilusión y motivación. Esto ocurrió con muchas de las cabeceras de la editorial y, por desgracia, Dragón no fue una excepción. Sufrí horrores cuando hubimos de “amortajarlo”, después de una mas que digna trayectoria. Hubo que prescindir de colaboradores, muchos de ellos desencantados por el rumbo que llevaba Dragón, y reducir costes tanto como nos fue posible para intentar mantenerla. Pero en el mundo de la edición no existe la piedad, solo los balances y el informe de la distribuidora. Tras el cierre de la línea de rol, mi vida se encauzó por otros caminos: me enrolé en nuevos proyectos como el FICEB, o el mundo del tatuaje profesional, entre otros. Eso me ayudó a continuar adelante, pero nada fue igual desde entonces.

Me consta la gran persona y profesional que era el señor Vigil, ¿cómo fue vuestra relación, así como con los otros integrantes de la plantilla, como Laura Balestra y demás, amén de colaboradores de renombre, la tan traída y querida CIA (Campos, Ricard, Aceytuno)?

No me duelen prendas en reconocer que Luis Vigil ha sido mi padre espiritual, y con él aprendí casi todo lo que se sobre prensa escrita. Siempre fuimos amigos personales, y trabajamos juntos durante muchos años con gran aprovechamiento para ambos. Como muestra de nuestra gran amistad, solo te diré que, junto a su esposa y su hijo, acudió como invitado a mi boda. La progresiva decadencia de Zinco, ya bien entrado el 2000, fue una dura prueba para los dos, pese a que las habíamos visto ya de todos los colores: Luis está ya jubilado, pero no ha dejado de darle a la tecla como el “fuera de serie” que es.

La relación con el resto del “staff” era ejemplar, y no solo con Laura, que es alguien muy querido para mi, también con todos los demás: Alex Miquel, Angel Carrillo, Mariano Liwsky, Lluis Salvador, Quique Garcés, Luis D’Estrees, Jordi Zamarreño, Joaquim Dorca, Antonio Catalán, Albert Solé… Puede que la amistad con las otras dos partes de la CIA (Ibañez y Aceytuno) fuese mas estrecha, pues nos conocemos de casi toda la vida y hemos creado muchas cosas juntos. De hecho, la CIA sigue en activo: nuestro próximo proyecto es dotar de prólogo y postfacio a la segunda novela publicada por Miguel Aceytuno, “Babor y Estribor”, publicada por Delibrium Tremens, y que verá la luz a finales de año.
Con el tiempo, y después de lo acontecido, ¿hubieras hecho algo de lo que hiciste de otra manera?

Dijo Spinoza que “el que se arrepiente, es doblemente miserable”. Me hubiese gustado no haber pecado tanto de ingenuo como hice en muchas ocasiones, y contar con una experiencia mas consolidada de la que poseía en aquellos momentos. Me dejaba llevar mas por el entusiasmo que por la profesionalidad. Por suerte, siempre tuve gente fantástica a mi alrededor, que me apoyó sin reservas, y a quienes estaré siempre agradecido. Pero no, no cambiaría nada de lo que hice. Fue una gran experiencia, y responsable directa de quien soy en la actualidad.

Ya cambiando de tercio, sabemos que después de esta época, ocupaste otros puestos de responsabilidad en otros campos laborales y poco a poco fuiste alejándote de la afición. ¿Dejaste de jugar a rol o continuaste como pudiste?

Hice lo que pude. Me tuve que acomodar a la vida en pareja, y a nuevos retos profesionales que exigieron mucho de mí. Pese a casi no jugar, seguía comprando libros de rol para mi colección, y nunca perdí el contacto con mis amigos roleros de toda la vida. Pero perdí mis lazos con la base, la “afición”, y me tuve que conformar con los JdR de ordenador, que sigo practicando en la actualidad. No hace tanto que acabé el Dragon Age de Bioware hasta su amargo final…

No sé, Francisco, si hoy estas al tanto del panorama rolero nacional, del naciente movimiento de pequeñas editoras independientes, de los muchos proyectos novedosos y blogs roleros que trufan la Red. ¿Cómo lo ves?

Leo todo lo que puedo al respecto, por mas que sigo desconectado en mi peculiar exilio rolero. Ando detrás de Akelarre lo que me es posible, mas que nada por fidelidad a Ricard, y me gusta bajarme en PDF nuevos reglamentos para leerlos y estudiarlos. Pero soy la Gloria Swanson del rol, siempre lista para esa toma con Cecil B. DeMille… que no se rodará jamás. Vivo la existencia plácida de un jubilado de la “sword & sorcery”, y de vez en cuando se me da la oportunidad de contar estas batallitas de Abuelo Cebolleta, lo que agradezco mucho.

Y más concretamente, me gustaría saber si conoces Aventuras en la Marca del Este, el blog, el juego y sus proyectos.

Honestamente he de decir que no conocía vuestra Web y el fantástico trabajo que estáis realizando, hasta que mi compadre Joaquín Ruiz, que os sigue con deleite, llamó mi atención sobre ello. Ahora os estoy leyendo con asiduidad, y aunque no creo que llegue a reverdecer laureles sobre el particular, me gusta leer lo que escribís, y las cosas tan bonitas que decís sobre mí, pese a que no las merezco en absoluto.

En fin, creo que con esto podemos concluir la entrevista, agradeciendo tu paciencia, cordialidad, buen trato y cercanía. Para nosotros es todo un privilegio entrevistar a una leyenda viva del rol nacional en una de sus épocas clave, convulsa, pero capital. Muchas gracias Francisco. Recibe un abrazo de tus amigos de la Marca del Este.

El placer y el privilegio son mutuos. Hace casi veinte años de todo aquello, y ver que sigue vivo en el ánimo de quienes seguís adelante, me hace sentir realmente ufano. Hace tiempo que colgué la espada, pese a que estoy seguro de que sabría manejarla con soltura si llega el momento…

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